Abrimos sección con una de nuestras constelaciones favoritas, y no es para menos, pues ha servido de inspiración a multitud de artistas y ha iluminado nuestra imaginación. De entre la mitología de las constelaciones Perseo es quizá la más completa.
Además, alrededor de su mitología orbitan 5 constelaciones más. Cefeo, Casiopea, Andrómeda, Pegaso y la Ballena (Cepheus, Cassiopeia, Andromeda, Pegasus y Cetus).
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Así comienza el mito de Perseo: prolegómenos
Hemos de viajar a Argos, la ciudad más antigua de la Hélade. Allí encontraremos a Acrisio, hijo de Abante, hermano bivitelino de Preto y esposo de Eurídice.
La rivalidad entre Acrisio y Preto se remonta al vientre materno, al igual que Esaú y Jacob en las entrañas de su madre Rebeca. Esta rivalidad entre ambos hermanos se plasmó en la guerra que mantuvieron por el trono de Argos. Nos cuenta Pseudo-Apolodoro que ellos fueron los que inventaron los escudos al combatir. El vencedor fue Acrisio y Preto fue desterrado a Tirinto.
Acrisio y Eurídice, incapaces de concebir heredero varón; ante esta situación Acrisio acudió al Oráculo de Delfos, donde los dioses le advirtieron que de su hija Dánae nacería un varón que le daría muerte.
Ante semejante vaticinio Acrisio construyó una cámara de bronce bajo tierra donde encerró a su hija impidiendo que ningún hombre yaciese con ella.
Sin embargo Zeus se pudo colar en la cámara al transformarse en lluvia dorada y, deslizándose hacia el seno de la muchacha, se unió a ella.
Cuando Acrisio tuvo conocimiento que de su hija había nacido Perseo, decidió encerrar ambos en un arca y lanzarlos al mar, donde el oleaje y los vientos harían el trabajo que él no se atrevía a realizar. Ambos, fueron lanzados a las aguas con la esperanza de que muriesen ahogados.
Con lo que no contaba Acrisio era con que su nieto compartía sangre con Zeus y éste velaría por el bienestar de su amada y su hijo. El dios del Olimpo le pidió a su hermano Posidón que calmase las aguas y dirigiese el arca a tierra firme. Ambos llegaron a la isla de Sérifos, donde fueron rescatados por Dictis, un sencillo pescador y hermano del rey insular, Polydectes.
Dictis crio a Perseo como si fuese su propio hijo hasta convertirlo en un hombre, al mismo tiempo que Polydectes se enamoraba de la joven Dánae. El rey de Sérifos tramó un plan para deshacerse de Perseo y poder así conquistar a Dánae. El primer paso fue convocar a los jóvenes del reino, incluido Perseo.
El ficticio motivo de la reunión consistía en reclamar una dote para Hipodamía. Perseo que era un poco «bocas» en un acto de bravuconería dijo que no tendría reparo en ofrecer la cabeza de la gorgona Medusa. Polydectes aceptó los caballos de los muchachos pero a Perseo le exigió que cumpliese con su palabra.
Mitología de Perseo: la Gorgona
Hermes y Atenea guiaron a Perseo a la morada de las Grayas. Éstas, al igual que sus hermanas las Gorgonas, eran tres, El Horror, Alarma y El Temor, Enio, Penfredo y Dino; las tres nacieron ya ancianas, sólo sumaban un diente y un ojo entre las tres, lo cual les obligaba a turnárselo para ver y alimentarse. Perseo consiguió arrebatarles tanto el ojo como el diente obligándolas a desvelar el paradero de sus hermanas las Gorgonas y el de las Hespérides.
Las Hespérides le entregaron un Kíbisis donde portar con seguridad la cabeza de Medusa. Allí, además, recibió de su padre Zeus la espada Harpe y el casco de invisibilidad de su hermano Hades. De Atenea recibió un escudo pulido, la Égida, que le serviría de espejo y así no mirar directamente a Medusa. De Hermes unas sandalias aladas, que le permitían volar.
Una vez llegó al cubil de las Gorgonas esperó a que éstas se durmiesen. Usando el reflejo de su escudo se guio hacia el lecho de Medusa y de un solo movimiento seccionó la cabeza de la Gorgona y la guardó en su Kíbisis. El grito ahogado por la sangre de Medusa despertó a sus hermanas que sólo pudieron ver como Perseo se desvanecía en el aire gracias al casco de Hades.
Regreso a Séfiros
De regreso a Sérifos pasó antes por Etiopía y, al llegar al puerto de dicha ciudad, se encontró con una muchacha encadenada a unas rocas al borde del mar. Esta muchacha era Andrómeda, hija de Cefeo y Casiopea; ésta última era un tanto soberbia, tanto que alardeó de ser más bella que las Nereidas. Poseidón estaba casado con una de ellas y no le sentó nada bien el comentario. Por ello quiso castigar no sólo a la reina, sino a todo su reino, y para ello envió a la monstrua marina Ceto, titánide hija de Gea y de Ponto, madre de las Gorgonas, Grayas y Hespérides, entre otros, para que borrase del mapa el reino de Cefeo y Casiopea.
Las Gorgonas (γοργών «terrible») eran tres, Euríale, Esteno y Medusa, hijas de Ceto y Forcis, hermanas de las Grayas o Greas y de muchas otras criaturas.
De las tres Gorgonas, Medusa era la mortal y había sido maldecida por Atenea teniendo serpientes en vez de pelo y el poder de petrificar a cualquiera que la mirase a los ojos directamente.
El rey Cefeo consultó al oráculo de Amón y la respuesta que obtuvo de los dioses fue que debería sacrificar a su propia hija para calmar la ira del dios del mar. Y hete aquí Andrómeda encadenada a orillas del mar esperando ser devorada por Ceto cuando Perseo decidió salvarla de su fatídico destino.
Después de haber derrotado a la Gorgona tan fácilmente un titán no debería suponer mayor problema, y así fue, Perseo sacó de su Kíbisis la cabeza de Medusa y se la mostró a Ceto, la titánide quedó inmediatamente petrificada por la mirada de su propia hija.
La caída del tirano
El amor entre Perseo y Andrómeda fue instantáneo y como pareja partieron hacia Sérifos donde, al llegar, encontraron a Dánae y Dictis refugiados en el templo debido al acoso por parte de Polydectes. Perseo acudió al palacio y allí mismo le mostró al rey y a sus súbditos la prenda requerida por Polydectes; los cortesanos y el propio rey quedaron petrificados en el acto.
Dictis ocupó el lugar de su hermano con el apoyo del pueblo que veían en el a un rey justo y benévolo. Antes de partir de regreso a Argos, Perseo devolvió a los dioses los pertrechos de su aventura, la espada, el casco, las sandalias y el Kíbisis con la cabeza de Medusa que Artemisa colocó en la Égida.
El destino de Perseo
Acrisio sabiendo del regreso de su hija, de Perseo y de su mujer puso tierra de por medio y escapó a Larisa temeroso a una posible y merecida venganza de su nieto tal y como le vaticinó el oráculo años atrás.
Teutámidas, rey de Larisa, organizó unos juegos en honor de su recién fallecido padre, juegos a los que acudió Perseo. Durante la competición en el pentatlón, Perseo lanzó el disco y desafortunadamente cayó entre el público, alcanzando a un anciano y casi ciego Acrisio, matándolo en el acto.
Perseo sintió reparos al heredar el trono de un hombre al que había matado, sin querer, pero al que le dio muerte igualmente, por lo que intercambió el reino con su primo Megapentes, hijo Preto.
Por lo tanto, Perseo y Andrómeda gobernaron sobre Tirinto, mientras que Megapentes lo hizo sobre Argos.
Perseo y Andrómeda tuvieron descendencia, y estos a su vez mucha descendencia, entre estos descendientes, podemos encontrar a Cástor, Pólux, Helena de Esparta, Clitemnestra, Yolao, Hércules, Euristeo, Alcmena…. Pero eso será otra historia.
Las Constelaciones
En la siguiente carta estelar os mostramos una parte de la esfera celeste donde se puede ver la cercanía de las constelaciones que forman el mito de Perseo. Si no tenéis oportunidad de alejaros de la contaminación lumínica os recomendamos la aplicación Stellarium; con ella podréis vagar por la esfera celeste con total libertad e incluso ver cómo era el cielo hace 1000 años o como será dentro de 5000.